Estanislao Bachrach, uno de los más destacados divulgadores de las neurociencias, disertó en HOTELGA 2024 sobre la manera en que influyen los pensamientos negativos y cómo cambiar la manera de pensar.
En el último día de HOTELGA 2024, uno de los oradores principales fue Estanislao Bachrach, PhD Biología Molecular, Master en Business Administration, y Master en Coaching Deportivo de Alto Rendimiento. Trabajó durante los últimos cinco meses preparatorios con Mateo Majdalani y Eugenia Bosco, medalla de Plata en Vela Nacra 17 durante los últimos Juegos Olímpicos de París 2024.
El tema de su exposición fue “La fórmula del cambio en el cerebro y las organizaciones”. A manera de introducción, sostuvo que “la forma de entender al otro es conociéndose uno mismo. Cuanto uno más se conoce, mejores decisiones toman”, afirmó. Luego contó que el punto de partida con los medallistas olímpicos fue “cambiar cuáles eran sus expectativas de cambio para llegar a París, qué queríamos cambiar y mejorar, que son sinónimos de aprender”.
Según dijo, “lo único que podés cambiar en cualquier momento de tu edad, en cualquier circunstancia, en cualquier contexto, estés donde estés, es tu forma de pensar. El primer paso es saber qué está pensando en ese momento de dificultad”. A partir de ahí, “cuando uno se da cuenta de lo que está pensando, llega a la conclusión de que la mayoría de esos pensamientos negativos no son verdad”, señaló.
El desafío es “cambiar lo que estás pensando. Con práctica, ese cambio se produce”, según explicó, “puedo empezar a cambiar la forma de pensar y eso es lo que hacemos con los deportistas”.
El cambio en las organizaciones
Según Bachrach, “entrenar” al cerebro para cambiar la manera de pensar, aplica también a las organizaciones. “La calidad y el contenido de lo que pensás modifica la estructura y la función de las neuronas. Lo que los físicos dicen es que la mente es energía, y modifica las neuronas que son materia. Entonces, nuestro cerebro es la gran herramienta tecnológica que todos tenemos a disposición en todo momento en nuestra vida”, afirmó.
En otro pasaje, explicó que “el placer es la dopamina y la felicidad es la serotonina. Químicamente la dopamina es un inhibidor de la serotonina: Cuanto más placer buscás en la vida, menos feliz sos. Cuando la búsqueda permanente son chorros de dopamina, no fabrico serotonina. Meditar, por ejemplo, es muy simple y genera mucho bienestar”.
Según aclaró, los cambios no son instantáneos. “El progreso es mesético en general, pero es importante reconocerlo. No solo reconocer el resultado, sino cuando se muestra el esfuerzo y el trabajo. Si empiezo a interpretar distinto, pienso distinto. No podés manejar el contexto, pero si tus pensamientos. Y eso va a cambiar tu actitud,” expresó.
“¿Se puede cambiar sin tener ganas de hacerlo?”, se preguntó. La respuesta es sí, aunque aclaró que “querer cambiar hace que el proceso sea menos doloroso. La incertidumbre en el cerebro produce la iluminación o el encendido de un área muy antigua que es la de la amenaza, en algunas personas mucho, en otras menos. Cuando este área de amenaza se enciende, activás emociones y la gente empieza a ponerse nerviosa porque hay que cambiar. La gente empieza a distraerse y eso es lo normal frente al cambio”.
En definitiva, lo que inclina la balanza es el compromiso. “El compromiso está relacionado con cuánto me importa que esta empresa cambie para que yo salga beneficiado, otra vez, si aprendo cosas nuevas adelante”, aseguró.